Día 1.

Es increíble, como la llama puede calmar el alma de una persona. Todas esa tinta derramada sobre un papel, toda esa sangre derramada sobre un papel, todo ese calor, todas esas chuscas alborotadas, todo ese fuego quemando una carta, quemando mi pasado, abriéndome paso al futuro.
Palabras que se reducen a cenizas delante de tus ojos.
Porque hay veces que hay que arriesgar, porque hay veces en las que prefieres arder, sellarte los nudillos, a que tu pasado no desaparezca.
Todas esas voces susurrándome al oído, todos esos susurros en la oscuridad, iluminados por la llama.
Ese resonar de las cadenas que atan tu vida, por fin eres libre, por fin esas cadenas se han roto. Ese ruido peculiar de las cadenas rozando suelo, desgarrador sonido de metal que te sigue lentamente... como un recuerdo...como un pasado olvidado.
Pero ese resonar termina cuando la mano amiga llega, cuando esos sentimientos se transmiten en sonrisas y en ánimos, rompes a llorar...
Cuando ellos, las personas que realmente quiero, y que ni la llama ni la muerte me harán olvidar, mi familia, mi amistad, mi vida, el resonar de las cadenas del pasado, el grito de alegría, mi felicidad.