lunes, 5 de marzo de 2012

Demonios.

No estoy curado. Aun he saltado este gran muro y me encuentro con uno mucho mayor. Porque se me derrumban mis vigas maestras. Mi construcción se viene abajo. No aguanto más. 

Los demonios del pasado han sido olvidados por fin, pero ingenuo de mi aparecen los demonios del presente. Demonios que no se curan, demonios que tejen nuestro futuro a su gusto. Me preparan un mañana lleno de rabia, lleno de sangre.

Porque hay resonar de las cadenas, porque no estoy atado a ninguna parte, pero hay un muro aquí que me impide caminar, y tiene que derribarse solo, porque yo no puedo saltar este bache. Porque se me viene lo que más quiero encima. Lo que nunca falló, lo que siempre estuvo ahí. 

El sufrimiento de tu propia sangre, el suelo lleno de lagrimas... Y mis ojos viendo algo, que nunca a visto, a lo más fuerte del mundo llorar. Y grito tras grito mi mente se desvanece y termina en el susurro de mi pensamiento, de mi sufrimiento, de este sufrimiento que observo.

Ni la medicina más mortal podría curar este dolor. Solo debe irse, igual que llegó. Sonriemé, tu formadora de mi mente, enseñamé que no es real lo que está ocurriendo. Dime que estoy soñando. 

No quiero que ocurra lo que se alza en mi entorno. No quiero perder lo que más quiero en esta mundanal vida. La razón de vivir, la educación en si se me desploma.


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