martes, 13 de marzo de 2012

Adiós.

Fugacidad. Ese es el termino con la que definiría esta vida. Porque aun siendo tan plena y profunda, tan desdichada y malvada con otros, es más fugaz de lo que nos creemos. Porque quizás vemos cada vez más como nos apagamos, y queremos ver, sentir, demostrar, todo lo que no hemos hecho. Pero más que cualquier acción cotidiana normal, antes de que la encapuchada llegue a su cita, lo que buscamos siempre es el amar, el querer a las personas que siempre nos apoyaron, quizás luchamos por esas personas. Porque si la vida es tan injusta como dicen, ¿por qué ese miedo escénico a la muerte?, ese miedo es por el sufrimiento de esas personas que nos quieren, y nos querrán siempre, por las lagrimas que derramarán por nosotros, abandonamos este lugar para ir a no se donde, pero por algo será, pero aun así hay miedo, aunque la muerte es una dulce dama a la que siempre hemos visto en cada esquina, pero esta vez, se acerca a nosotros lentamente, cantando una nana, y aun así tenemos miedo.

La espada cuelga de un cabello, y ya notamos el primer crack. Notamos el frío en nuestro cuerpo, la regurgitada de sangre, notamos que nuestros órganos no hacen su función correctamente, como la sangre no fluye, como el corazón no late. La dulce y roja rosa, se está marchitando, el calor la está matando, sus hojas rozan el suelo. La sangre mató, siempre, pero tú no puede ser.

Y observo cada vez más como todo cambia a mi alrededor. Tensión. Y aunque no puedo leer su mente, se que lo ultimo que quieres, es abrazarnos a todos, una ultima vez, como lo hiciste siempre, y decirnos como siempre ese "te quiero", realizar esos gestos, esas muestras de cariño que siempre hacías. Ese es tu ultimo deseo, tu ultimo soplido, y luchas en la dura tempestad, avanzas a contra viento. Ves el final del camino. Esa bella mujer está allí, nunca falló. Tiende su fría mano. Y ya no eres nada. Simplemente cariño en nuestros corazones, poco para lo que siempre fuiste para mi. Un cuerpo, y millones de sentimientos en distintas bombas de sangre, la cuya te mato. Pero tu sigues luchando aun ya con la mano cogida por esa mujer, sigues hasta el final. Pero ella te agarra. Se acabó. Cierras tus ojos ensangrentados, enfermizos.

No te mato tu vida, no te mató tu vejez, no, te mató esa traicionera enfermedad, todos te vimos morir lentamente. 

Te siento, tan dentro... Te añoro, y te estoy cogiendo la mano. Siempre me arropaste en tu amor, y siempre te correspondí, y ahora te vas, siento frió. No te vayas. No quiero que me dejes ya. Me queda tanto por vivir contigo. 

Te quiero, te querré siempre.




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